Antología de la Generación del 27 (otra)



FEDERICO GARCÍA LORCA
             1
BALADA INTERIOR

El corazón
que tenía en la escuela
donde estuvo pintada
la cartilla primera,
¿está en ti,                               5
noche negra?

(Frío, frío,
como el agua
del río.)

   El primer beso                      10
que supo a beso y fue
para mis labios niños
como la lluvia fresca,
¿está en ti,
noche negra?                          15

(Frío, frío
como el agua
del río.)

   Mi primer verso.
La niña de las trenzas             20
que miraba de frente,
¿está en ti,
noche negra?

   (Frío, frío,
como el agua                        25
del río,)

   Pero mi corazón
roído de culebras,
el que estuvo colgado,
del árbol de la ciencia,                 30
¿está en ti,
noche negra?

(Caliente, caliente,
como el agua
de la fuente.)                               35

Mi amor errante,
castillo sin firmeza,
de sombras enmohecidas,
¿está en ti,
noche negra?                              40

   (Caliente, caliente,
como el agua
de la fuente.)

   ¡Oh, gran dolor!
Admites en tu cueva                    45
nada más que la sombra.
¿Es cierto,
noche negra?

   (Caliente, caliente,
como el agua                              50
de la fuente.)

   ¡Oh, corazón perdido!
¡Réquiem aeternam!
(Libro de poemas)

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                     2
ROMANCE DE LA PENA NEGRA

Las piquetas de los gallos
cavan buscando la aurora,
cuando por el monte oscuro
baja Soledad Montoya.
Cobre amarillo, su carne,                    5
huele a caballo y a sombra.
Yunques ahumados sus pechos,
gimen canciones redondas.
Soledad, ¿por quién preguntas
sin compaña y a estas horas?             10
Pregunte por quien pregunte,
dime: ¿a ti qué se te importa?
Vengo a buscar lo que busco,
mi alegría y mi persona.
Soledad de mis pesares,                      15
caballo que se desboca,
al fin encuentra la mar
y se lo tragan las olas.
No me recuerdes el mar,
que la pena negra, brota                  20
en las tierras de aceituna
bajo el rumor de las hojas.
¡Soledad, qué pena tienes!
¡Qué pena tan lastimosa!
Lloras zumo de limón                     25
agrio de espera y de boca.
¡Qué pena tan grande! Corro
mi casa como una loca,
mis dos trenzas por el suelo,
de la cocina a la alcoba.                   30
¡Qué pena! Me estoy poniendo
de azabache, carne y ropa.
¡Ay, mis camisas de hilo!
¡Ay, mis muslos de amapola!
Soledad: lava tu cuerpo                     35
con agua de las alondras,
y deja tu corazón
en paz, Soledad Montoya.
Por abajo canta el río:
volante de cielo y hojas.                     40
Con flores de calabaza,
la nueva luz se corona.
¡Oh pena de los gitanos!
Pena limpia y siempre sola.
¡Oh pena de cauce oculto                   45
y madrugada remota!
(Romancero gitano)

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         3
LA GUITARRA

Empieza el llanto
de la guitarra.
Se rompen las copas
de la madrugada.
Empieza el llanto                   5
de la guitarra.
Es inútil callarla.
Es imposible
callarla.
Llora monótona                     10
como llora el agua,
como llora el viento
sobre la nevada.
Es imposible
callarla.                                     15
Llora por cosas
lejanas.
Arena del Sur caliente
que pide camelias blancas.
Llora flecha sin blanco,            20
la tarde sin mañana,
y el primer pájaro muerto
sobre la rama.
!Oh guitarra!
Corazón malherido                   25
por cinco espadas.
(Poema del cante jondo)

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              4
CANCIÓN DE JINETE

    En la luna negra
de los bandoleros,
cantan las espuelas.
   Caballito negro.
¿Dónde llevas tu jinete muerto?        5
   ...Las duras espuelas
del bandido inmóvil
que perdió las riendas.
   Caballito frío.
¡Qué perfume de flor de cuchillo!      10
   En la luna negra,
sangraba el costado
de Sierra Morena.
   Caballito negro.
¿Dónde llevas tu jinete muerto?          15
   La noche espolea
sus negros ijares
clavándose estrellas.
   Caballito frío.
¡Qué perfume de flor de cuchillo!       20
   En la luna negra,
¡un grito! y el cuerno
largo de la hoguera.
   Caballito negro.
¿Dónde llevas tu jinete muerto?         25
(Canciones)




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             5
ROMANCE DE LA LUNA

La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido                        5
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,                     10
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque        15
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño déjame, no pises,
mi blancor almidonado.              20
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,                    25
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya,
ay como canta en el árbol!         30
Por el cielo va la luna
con el niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.                   35
el aire la está velando.
(Romancero gitano)

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           6
    REYERTA

En la mitad del barranco
las navajas de Albacete,
bellas de sangre contraria,
relucen como los peces.
Una dura luz de naipe                     5
recorta en el agrio verde,
caballos enfurecidos
y perfiles de jinetes.
En la copa de un olivo
lloran dos viejas mujeres.               10
El toro de la reyerta
se sube por las paredes.
Ángeles negros traían
pañuelos y agua de nieve.
Ángeles con grandes alas                15
de navajas de Albacete.
Juan Antonio el de Montilla
rueda muerto la pendiente,
su cuerpo lleno de lirios
y una granada en las sienes.             20
Ahora monta cruz de fuego,
carretera de la muerte.
El juez, con guardia civil,
por los olivares viene.
Sangre resbalada gime                   25
muda canción de serpiente.
Señores guardias civiles:
aquí pasó lo de siempre.
Han muerto cuatro romanos
y cinco cartagineses.                      30  
La tarde loca de higueras
y de rumores calientes
cae desmayada en los muslos
heridos de los jinetes.
Y ángeles negros volaban               35
por el aire del poniente.
Ángeles de largas trenzas
y corazones de aceite.
(Romancero gitano)

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        7
LA AURORA
La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.

La aurora de Nueva York gime                                   5
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.

La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.         10
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.

Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,                      15
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.

La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.               20
(Poeta en Nueva York)

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RAFAEL ALBERTI               
              1

Si mi voz muriera en tierra
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.
  
Llevadla al nivel del mar
y nombradla capitana                       5
de un blanco bajel de guerra.
   ¡Oh mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla
y sobre el ancla una estrella           10
y sobre la estrella el viento
y sobre el viento la vela!
(Marinero en tierra)

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       2

MI CORZA
En Ávila, mis ojos...    SIGLO XV

Mi corza, buen amigo,
mi corza blanca.
Los lobos la mataron
al pie del agua.
Los lobos, buen amigo,            5
que huyeron por el río.
Los lobos la mataron
dentro del agua.
(Marinero en tierra)



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             3

El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
   ¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?

   ¿Por qué me desenterraste           5
del mar?
   En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
   Padre, ¿por qué me trajiste          10
acá?
(Marinero en tierra)


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                  4
LOS ÁNGELES MUERTOS
   Buscad, buscadlos:
en el insomnio de las cañerías olvidadas,
en los cauces interrumpidos por el silencio de las basuras.
No lejos de los charcos incapaces de guardar una nube,
unos ojos perdidos,                                                                                      5
una sortija rota
o una estrella pisoteada.
   Porque yo los he visto:
en esos escombros momentáneos que aparecen en las neblinas.
Porque yo los he tocado:                                                                             10
en el destierro de un ladrillo difunto,
venido a la nada desde una torre o un carro.
Nunca más allá de las chimeneas que se derrumban
ni de esas hojas tenaces que se estampan en los zapatos.
   En todo esto.                                                                                              15
Más en esas astillas vagabundas que se consumen sin fuego,
en esas ausencias hundidas que sufren los muebles desvencijados,
no a mucha distancia de los nombres y signos que se enfrían en las paredes.
   Buscad, buscadlos:
debajo de la gota de cera que sepulta la palabra de un libro                         20
o la firma de uno de esos rincones de cartas
que trae rodando el polvo.
Cerca del casco perdido de una botella,
de una suela extraviada en la nieve,
de una navaja de afeitar abandonada al borde de un precipicio.                   25
(Sobre los ángeles)

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         5
CANCIÓN   


Hoy las nubes me trajeron,
volando, el mapa de España.
¡Qué pequeño sobre el río,
y qué grande sobre el pasto
la sombra que proyectaba!                 5
Se le llenó de caballos
la sombra que proyectaba.
Yo, a caballo, por su sombra
busqué mi pueblo y mi casa.
Entré en el patio que un día                 10
fuera una fuente con agua.
Aunque no estaba la fuente,
la fuente siempre sonaba.
Y el agua que no corría
volvió para darme agua.                       15
(Baladas y canciones del Paraná)

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             6


Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.
Por ir al norte, fue al sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.                             5
Creyó que el mar era el cielo,
que la noche la mañana.
Se equivocaba.
Que las estrellas, rocío;
que la calor, la nevada.               10
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón, su casa.
Se equivocaba.
(Ella se durmió en la orilla.          15
Tú, en la cumbre de una rama).
(Entre el clavel y la espada)

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         7
NOCTURNO
Cuando tanto se sufre sin sueño y por la sangre
se escucha que transita solamente la rabia,
que en los tuétanos tiembla despabilado el odio
y en las médulas arde continua la venganza,
las palabras entonces no sirven: son palabras.               5

Balas, Balas.

Manifiestos, artículos, comentarios, discursos,
humaredas perdidas, neblinas estampadas,
¡qué dolor de papeles que ha de barrer el viento,
qué tristeza de tinta que ha de borrar el agua!                10

Balas, Balas.

Ahora sufro lo pobre, lo mezquino, lo triste,
lo desgraciado y muerto que tiene una garganta
cuando desde el abismo de su idioma quisiera
gritar lo que no puede por imposible, y calla.                 15

Balas, Balas.

Siento esta noche heridas de muerte las palabras.
(De un momento a otro)

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                                     8
Por encima del mar, desde la orilla americana del Atlántico
 
 ¡Si yo hubiera podido, oh Cádiz, a tu vera,
 hoy, junto a ti, metido en tus raíces,
 hablarte como entonces,
 como cuando descalzo por tus verdes orillas
 iba a tu mar robándole caracoles y algas!                         5
 
 Bien lo merecería, yo sé que tú lo sabes,
 por haberte llevado tantos años conmigo,
 por haberte cantado casi todos los días,
 llamando siempre Cádiz a todo lo dichoso,
 lo luminoso que me aconteciera.                                     10
 
 Siénteme cerca, escúchame
 igual que si mi nombre, si todo yo tangible,
 proyectado en la cal hirviente de tus muros,
 sobre tus farallones hundidos o en los huecos
 de tus antiguas tumbas o en las olas te hablara.                15
 Hoy tengo muchas cosas, muchas más que decirte.
 
 Yo sé que lo lejano,
 sí, que lo más lejano, aunque se llame
 Mar de Solís o Río de la Plata,
 no hace que los oídos                                                         20
 de tu siempre dispuesto corazón no me oigan.
 Por encima del mar voy de nuevo a cantarte.
 (Ora marítima)

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CERNUDA

              1
EL DESEO IMPOSIBLE
No decía palabras,
Acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
Porque ignoraba que el deseo es una pregunta
Cuya respuesta no existe,
Una hoja cuya rama no existe,                                                   5
Un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
Remonta por las venas
Hasta abrirse en la piel.
Surtidores de sueño                                                                    10
Hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
Una mirada fugaz entre las sombras,
Bastan para que el cuerpo se abra en dos,
Ávido de recibir en sí mismo                                                       15
Otro cuerpo que sueñe;
Mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
Iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.

Aunque sólo sea una esperanza,
Porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.       20
(Los placeres prohibidos)

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          2
LA DESOLACIÓN
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.                                     5

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero                                                                           10
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allá donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.                                     15

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de su recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.                                                         20

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
(La realidad y el deseo)

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         3
TE QUIERO
Te quiero.
Te lo he dicho con el viento.
Jugueteando como animalillo en la arena
O iracundo como órgano tempestuoso;

Te lo he dicho con el sol,                                          5
Que dora desnudos cuerpos juveniles
Y sonríe en todas las cosas inocentes;

Te lo he dicho con las nubes,
Frentes melancólicas que sostienen el cielo,
Tristezas fugitivas;                                                  10

Te lo he dicho con las plantas,
Leves criaturas transparentes
Que se cubren de rubor repentino;

Te lo he dicho con el agua,
Vida luminosa que vela un fondo de sombra;          15

Te lo he dicho con el miedo,
Te lo he dicho con la alegría,
Con el hastío, con las terribles palabras.

Pero así no me basta:
Más allá de la vida,                                                   20
Quiero decírtelo con la muerte;
Más allá del amor;
Quiero decírtelo con el olvido.
(Los placeres prohibidos)

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       4
PEREGRINO


¿Volver? Vuelva el que tenga,
tras largos años, tras un largo viaje,
cansancio del camino y la codicia
de su tierra, su casa, sus amigos,
del amor que al regreso fiel le espere.       5       
Mas, ¿tú? ¿Volver? Regresar no piensas,
sino seguir libre adelante,
disponible por siempre, mozo  o viejo,
sin hijo que te busque, como a Ulises,
sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.      10
Sigue, sigue adelante y no regreses,
fiel hasta el fin del camino y tu vida,
no eches de menos un destino más fácil,
tus pies sobre la tierra antes no hollada,
tus ojos frente a lo antes nunca visto.       15
(Desolación de la quimera)

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                 5
Unos cuerpos son como flores,
otros como puñales,
otros como cintas de agua;
pero todos, temprano o tarde,
serán quemaduras que en otros cuerpo se agranden,                           5
convirtiendo por virtud del fuego a una piedra en un hombre.
Pero el hombre se agita en todas direcciones,
sueña con libertades, compite con el viento,
hasta que un día la quemadura se borra,
volviendo a ser piedra en el camino de nadie.                                      10
Yo, que no soy piedra, sino camino
que cruzan al pasar los pies desnudos,
muero de amor por todos ellos;
les doy mi cuerpo para que lo pisen,
aunque les lleve a una ambición o a una nube,                                     15
sin que ninguna comprenda
que ambiciones o nubes
no valen un amor que se entrega.
(Los placeres prohibidos)

********************************
                            6
QUISIERA ESTAR SOLO EN EL SUR
Quizá mis lentos ojos no verán más el sur
De ligeros paisajes dormidos en el aire,
Con cuerpos a la sombra de ramas como flores
O huyendo en un galope de caballos furiosos.

El sur es un desierto que llora mientras canta,                                  5
Y esa voz no se extingue como pájaro muerto;
Hacia el mar encamina sus deseos amargos
Abriendo un eco débil que vive lentamente.

En el sur tan distante quiero estar confundido.
La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta;                           10
Su niebla misma ríe, risa blanca en el viento.
Su oscuridad, su luz son bellezas iguales.
(Un río, un amor)

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               7
TIERRA NATIVA


Es la luz misma, la que abrió mis ojos
Toda ligera y tibia como un sueño,
Sosegada en colores delicados
Sobre las formas puras de las cosas.

El encanto de aquella tierra llana,          5
Extendida como una mano abierta,
Adonde el limonero encima de la fuente
Suspendía su fruto entre el ramaje.

El muro viejo en cuya barda abría
A la tarde su flor la enredadera,            10
Y al cual la golondrina en el verano
Tornaba siempre hacia su antiguo nido.

El susurro del agua alimentando,
Con su música insomne el silencio,
Los sueños que la vida aún no corrompe, 15
El futuro que espera como página blanca.

Todo vuelve otra vez vivo a la mente,
Irreparable ya con el andar del tiempo,
Y su recuerdo ahora me traspasa
El pecho tal puñal fino y seguro.              20

Raíz del tronco verde, ¿quién la arranca?
Aquel amor primero, ¿quién lo vence?
Tu sueño y tu recuerdo, ¿quién lo olvida,
Tierra nativa, más mía cuanto más lejana?
(Como quien espera el alba)

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PEDRO SALINAS

              1


Perdóname por ir así buscándote
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor, alguna vez.
Es que quiero sacar                               5
de ti tu mejor tú.
Ése que no te viste y que yo te veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo,
y cogerlo
y tenerlo yo en alto como tiene           10
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto.
Para llegar a él                                    15
subida sobre ti, como te quiero,
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo        
de ti a ti misma,                                  20
y que a mi amor entonces le conteste
la nueva criatura que tú eras.
(Pedro Salinas, La voz a ti debida)

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                      2
ANOCHE SE ME HA PERDIDO...


Anoche se me ha perdido
en la arena de la playa
un recuerdo
dorado, viejo y menudo
como un granito de arena.          5
¡Paciencia! La noche es corta.
Iré a buscarlo mañana...
Pero tengo miedo de esos           
remolinos nocherniegos
que se llevan en su grupa       10
—¡Dios sabe adónde!— la arena
menudita de la playa.
(Presagios)



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          3
    BUJÍAS


Sí. Cuando quiera yo
la soltaré. Está presa,
aquí arriba, invisible.
Yo la veo en su claro
castillo de cristal, y la vigilan                5
—cien mil lanzas— los rayos
—cien mil rayos— del sol. Pero de noche,
cerradas las ventanas
para que no la vean
—guiñadoras espías— las estrellas,   10
la soltaré. (Apretar un botón.)
Caerá toda de arriba
a besarme, a envolverme
de bendición, de claro, de amor, pura.
En el cuarto ella y yo no más, amantes  15
eternos, ella mi iluminadora
musa dócil en contra
de secretos en masa de la noche
—afuera—
descifraremos formas leves, signos,       20
perseguidos en mares de blancura
por mí, por ella, artificial princesa,
amada eléctrica.
(Seguro azar)



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                        4
AYER TE BESÉ EN LOS LABIOS...


Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto,
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más.                            5
El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada
ya, para nada
lo había querido antes.                        10
Se empezó, se acabó en él.
Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no...                    15
–¿adónde se me ha escapado?–.
Los pongo 
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.                        20
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.                 25
No.
Te estoy besando más lejos.
(La voz a ti debida)

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                     5
¡SI ME LLAMARAS, SÍ...!

¡Si me llamaras, sí,
si me llamaras!
Lo dejaría todo,
todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,                  5
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.
Tú, que no eres mi amor,             10
¡si me llamaras!
Y aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,              15
por los años bisiestos
puede venir. No sé por dónde.
Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas
–¡si me llamaras, sí; si me llamaras!– 20
será desde un milagro,
incógnito, sin verlo.
Nunca desde los labios que te beso,
nunca
desde la voz que dice: "No te vayas."  25
                    (La voz a ti debida)



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              6                  
NO RECHACES LOS SUEÑOS POR SER SUEÑOS...


No rechaces los sueños por ser sueños.
Todos los sueños pueden
ser realidad, si el sueño no se acaba.
La realidad es un sueño. Si soñamos
que la piedra es la piedra, eso es la piedra. 5
Lo que corre en los ríos no es un agua,
es un soñar, el agua, cristalino.
La realidad disfraza
su propio sueño, y dice:
«Yo soy el sol, los cielos, el amor.»        10
Pero nunca se va, nunca se pasa,
si fingimos creer que es más que un sueño.
Y vivimos soñándola. Soñar
es el modo que el alma
tiene para que nunca se le escape          15
lo que se escaparía si dejamos
de soñar que es verdad lo que no existe.
Sólo muere
un amor que ha dejado de soñarse
hecho materia y que se busca en tierra.   20
(Largo lamento)


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       7
¡SÍ, TODO!


¡Sí, todo con exceso:
la luz, la vida, el mar!
Plural todo, plural,
luces, vidas y mares.
A subir, a ascender                             5
de docenas a cientos,
de cientos a millar,
en una jubilosa
repetición sin fin,
de tu amor, unidad.                           10
Tablas, plumas y máquinas,
todo a multiplicar,
caricia por caricia,
abrazo por volcán.
Hay que cansar los números.            15
Que cuenten sin parar,
que se embriaguen contando,
y que no sepan ya
cuál de ellos será el último:
¡qué vivir sin final!                          20
Que un gran tropel de ceros
asalte nuestras dichas
esbeltas, al pasar,
y las lleve a su cima.
Que se rompan las cifras,                  25
sin poder calcular
ni el tiempo ni los besos.
Y al otro lado ya
de cómputos, de sinos,
entregamos a ciegas                          30
—¡exceso, qué penúltimo!—
a un gran fondo azaroso
que irresistiblemente
está
cantándonos a gritos                         35
fúlgidos de futuro:
«Eso no es nada, aún
Buscaos bien, hay más.»
(La Voz a ti debida)

********************************

GERARDO DIEGO

      1
CUADRO


El mantel                      jirón del cielo
es mi estandarte
y el licor del poniente
da su reflejo al arte

Yo prefiero el mar cerrado                    5
y al sol le pongo sordina
Mi poesía y las manzanas
hacen la atmósfera más fina

En medio la guitarra            Amémosla
Ella recoge el aire circundante            10
Es el desnudo nuevo
venus del siglo o madona sin infante

Bajo sus cuerdas los ríos pasan
y los pájaros beben el agua sin mancharla

Después de ver el cuadro                      15
la luna es más precisa
y la vida más bella

El espejo doméstico ensaya una sonrisa
y en un transporte de pasión
canta el agua enjaulada en la botella      20
(Manual de espumas)



**************************************
                     2
ROMANCE DEL DUERO


Río Duero, río Duero,
nadie a acompañarte baja;
nadie se detiene a oír
tu eterna estrofa de agua.
Indiferente o cobarde,                   5
la ciudad vuelve la espalda.
No quiere ver en tu espejo
su muralla desdentada.
Tú, viejo Duero, sonríes
entre tus barbas de plata,              10
moliendo con tus romances
las cosechas mal logradas.
Y entre los santos de piedra
y los álamos de magia
pasas llevando en tus ondas               15
palabras de amor, palabras.
Quién pudiera como tú,
a la vez quieto y en marcha,
cantar siempre el mismo verso
pero con distinta agua.                       20
Río Duero, río Duero,
nadie a estar contigo baja,
ya nadie quiere atender
tu eterna estrofa olvidada,
sino los enamorados                          25
que preguntan por sus almas
y siembran en tus espumas
palabras de amor, palabras.
      (Soria)



**********************************
                 3
EL CIPRÉS DE SILOS


Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.

Mástil de soledad, prodigio isleño;         5
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.

Cuando te vi, señero, dulce firme,
qué ansiedades sentí de diluirme          10
y ascender como tú, vuelto cristales,

como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
(Versos Humanos)

***********************************
             4
  REVELACIÓN


Era en Numancia, al tiempo que declina
la tarde del agosto augusto y lento,
Numancia del silencio y de la ruina,
alma de libertad, trono del viento.
La luz se hacía por momentos mina           5
de transparencia y desvanecimiento,
diafanidad de ausencia vespertina,
esperanza, esperanza del portento.
Súbito, ¿dónde?, un pájaro sin lira,
sin rama, sin atril, canta, delira,                 10
flota en la cima de su fiebre aguda.
Vivo latir de Dios nos goteaba,
risa y charla de Dios, libre y desnuda.
Y el pájaro, sabiéndolo, cantaba.
(Alondra de Verdad)

**************************
                5
LAS TRES HERMANAS


Estabais las tres hermanas,
las tres de todos los cuentos,
las tres en el mirador
tejiendo encajes y sueños.
Y yo pasé por la calle                  5
y miré... Mis pasos secos
resonaron olvidados
en el vesperal silencio.
La mayor miró curiosa,
y la mediana riendo                   10
me miró y te dijo algo...
Tú bordabas en silencio,
como si no te importase,
como si te diese miedo.
Y después te levantaste           15
y me dijiste un secreto
en una larga mirada,
larga, larga... Los reflejos
en las vidrieras borrosas
desdibujaban tu esbelto          20
perfil. Era tu figura
la flor de un nimbo de ensueño.
... Tres erais, tres, las hermanas
como en los libros de cuento.
(Romancero de la novia)



***********************************

VICENTE ALEIXANDRE


                1 
  ADOLESCENCIA


      Vinieras y te fueras dulcemente,
de otro camino
a otro camino. Verte,
y ya otra vez no verte.
Pasar por un puente a otro puente.          5
—El pie breve,
la luz vencida alegre—.
      Muchacho que sería yo mirando
aguas abajo la corriente,
y en el espejo tu pasaje                        10
fluir, desvanecerse.
(Ámbito)

******************************
             2
UNIDAD EN ELLA
Cuerpo feliz que fluye entre mis manos,
rostro amado donde contemplo el mundo,
donde graciosos pájaros se copian fugitivos,
volando a la región donde nada se olvida.
Tu forma externa, diamante o rubí duro,                                                5
brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,
cráter que me convoca con su música íntima,
con esa indescifrable llamada de tus dientes.
Muero porque me arrojo, porque quiero morir,
porque quiero vivir en el fuego, porque este aire  de fuera                   10
no es mío, sino el caliente aliento
que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.
Deja, deja que mire, teñido del amor,
enrojecido el rostro por tu purpúrea vida,
deja que mire el hondo clamor de tus entrañas                                     15
donde muero y renuncio a vivir para siempre.
Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,
quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente
que regando encerrada bellos miembros extremos
siente así los hermosos límites de la vida.                                             20
Este beso en tus labios como una lenta espina,
como un mar que voló hecho un espejo,
como el brillo de un ala,
es todavía unas manos, un repasar de tu crujiente pelo,
un crepitar de la luz vengadora,                                                             25
luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza,
pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo.
(La destrucción o el amor)



******************************
            3
EN LA PLAZA
Hermoso es, hermosamente humilde y confiante, vivificador y profundo,
sentirse bajo el sol, entre los demás, impelido,
llevado, conducido, mezclado, rumorosamente arrastrado.
No es bueno
quedarse en la orilla                                                                                                        5
como el malecón o como el molusco que quiere calcáreamente imitar a la roca.
Sino que es puro y sereno arrasarse en la dicha
de fluir y perderse,
encontrándose en el movimiento con que el gran corazón de los hombres palpita extendido.
Como ése que vive ahí, ignoro en qué piso,                                                                    10
y le he visto bajar por unas escaleras
y adentrarse valientemente entre la multitud y perderse.
La gran masa pasaba. Pero era reconocible el diminuto corazón afluido.
Allí, ¿quién lo reconocería? Allí con esperanza, con resolución o con fe, con temeroso denuedo,
con silenciosa humildad, allí él también                                                                          15
transcurría.
Era una gran plaza abierta, y había olor de existencia.
Un olor a gran sol descubierto, a viento rizándolo,
un gran viento que sobre las cabezas pasaba su mano,
su gran mano que rozaba las frentes unidas y las reconfortaba.                                      20
Y era el serpear que se movía
como un único ser, no sé si desvalido, no sé si poderoso,
pero existente y perceptible, pero cubridor de la tierra.
Allí cada uno puede mirarse y puede alegrarse y puede reconocerse.
Cuando, en la tarde caldeada, solo en tu gabinete,                                                          25
con los ojos extraños y la interrogación en la boca,
quisieras algo preguntar a tu imagen,
no te busques en el espejo,
en un extinto diálogo en que no te oyes.
Baja, baja despacio y búscate entre los otros.                                                                 30
Allí están todos, y tú entre ellos.
Oh, desnúdate y fúndete, y reconócete.
Entra despacio, como el bañista que, temeroso, con mucho amor y recelo al agua,
introduce primero sus pies en la espuma,
y siente el agua subirle, y ya se atreve, y casi ya se decide.                                            35
Y ahora con el agua en la cintura todavía no se confía.
Pero él extiende sus brazos, abre al fin sus dos brazos y se entrega completo.
Y allí fuerte se reconoce, y se crece y se lanza,
y avanza y levanta espumas, y salta y confía,
y hiende y late en las aguas vivas, y canta, y es joven.                                                  40
Así, entra con pies desnudos. Entra en el hervor,  en la plaza.
Entra en el torrente que te reclama y allí sé tú mismo.
¡Oh pequeño corazón diminuto, corazón que quiere latir
para ser él también el unánime corazón que le alcanza!
(Historia del corazón)

*******************************
                4
MANO ENTREGADA
Pero otro día toco tu mano. Mano tibia.
Tu delicada mano silente. A veces cierro
mis ojos y toco leve tu mano, leve toque
que comprueba su forma, que tienta
su estructura, sintiendo bajo la piel alada el duro hueso                                         5
insobornable, el triste hueso adonde no llega nunca
el amor. Oh carne dulce, que sí se empapa del amor hermoso.
Es por la piel secreta, secretamente abierta, invisiblemente entreabierta,
por donde el calor tibio propaga su voz, su afán dulce;
por donde mi voz penetra hasta tus venas tibias,                                                     10
para rodar por ellas en tu escondida sangre,
como otra sangre que sonara oscura, que dulcemente oscura te besara
por dentro, recorriendo despacio como sonido puro
ese cuerpo, que ahora resuena mío, mío poblado de mis voces profundas,
oh resonado cuerpo de mi amor, oh poseído cuerpo, oh cuerpo sólo sonido de mi voz poseyéndole.                                                                                                              15
Por eso, cuando acaricio tu mano, sé que sólo el hueso rehúsa
mi amor —el nunca incandescente hueso del hombre—.
Y que una zona triste de tu ser se rehúsa,
mientras tu carne entera llega un instante lúcido
en que total flamea, por virtud de ese lento contacto de tu mano,                            20
de tu porosa mano suavísima que gime,
tu delicada mano silente, por donde entro
despacio, despacísimo, secretamente en tu vida,
hasta tus venas hondas totales donde bogo,
donde te pueblo y canto completo entre tu carne.                                                     25
(Historia del corazón)

*******************************
      5
EL OLVIDO
No es tu final como una copa vana
que hay que apurar. Arroja el casco, y muere.
   Por eso lentamente levantas en tu mano
un brillo o su mención, y arden tus dedos,
como una nieve súbita.                                                   5
Está y no estuvo, pero estuvo y calla.
El frío quema y en tus ojos nace
su memoria. Recordar es obsceno,
peor: es triste. Olvidar es morir.
   Con dignidad murió. Su sombra cruza.                       10
(Poemas de la consumación)

**********************************

DÁMASO ALONSO


                 1
            VIDA


Entre mis manos cogí
un puñadito de tierra.
Soplaba el viento terrero.
La tierra volvió a la tierra.
Entre tus manos me tienes,              5
tierra soy.
    El viento orea
tus dedos, largos de siglos.
Y el puñadito de arena
-grano a grano, grano a grano-        10
el gran viento se lo lleva.
(El viento y el verso)



*****************************
                                          2
ORACIÓN POR LA BELLEZA DE UNA MUCHACHA
Tú le diste esa ardiente simetría
de los labios,  con brasa de tu hondura,
y en dos enormes cauces de negrura,
simas de infinitud, luz de tu día;
esos bultos de nieve, que bullía             5
al soliviar del lino la tersura,
y, prodigios de exacta arquitectura,
dos columnas que cantan tu armonía.
Ay, tú, Señor, le diste esa ladera
que en un álabe dulce se derrama,        10
miel secreta en el humo entredorado.
¿A qué tu poderosa mano espera?
Mortal belleza eternidad reclama.
¡Dale la eternidad que le has negado!
(Poemas escogidos)

************************************


                     3
            MONSTRUOS
Todos los días rezo esta oración
al levantarme:
Oh Dios,
no me atormentes más.
Dime qué significan                   5
estos espantos que me rodean.
Cercado estoy de monstruos
que mudamente me preguntan,
igual, igual, que yo les interrogo a ellos.
Que tal vez te preguntan,                      10
lo mismo que yo en vano perturbo
el silencio de tu invariable noche
con mi desgarradora interrogación.
Bajo la penumbra de las estrellas
y bajo la terrible tiniebla de la luz solar,15
me acechan ojos enemigos,
formas grotescas que me vigilan,
colores hirientes lazos me están tendiendo:
¡son monstruos,
estoy cercado de monstruos!                 20

No me devoran.
Devoran mi reposo anhelado,
me hacen ser una angustia que se desarrolla a sí misma,  
me hacen hombre,
monstruo entre monstruos.              25
No, ninguno tan horrible
como este Dámaso frenético,
como este amarillo ciempiés que hacia ti clama
             [con todos sus tentáculos enloquecidos,
como esta bestia inmediata              30
transfundida en una angustia fluyente;
no, ninguno tan monstruoso
como esa alimaña que brama hacia ti,
como esa desgarrada incógnita
que ahora te increpa con gemidos articulados, 35
que ahora te dice:
«Oh Dios,
no me atormentes más,
dime qué significan
estos monstruos que me rodean                     40
y este espanto íntimo que hacia ti gime en la noche.»
(Hijos de la ira)   


            
**********************************
              4
  INSOMNIO
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,         5
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches?
(Hijos de la ira)

****************************
              5        
MUJER CON ALCUZA
¿Adónde va esa mujer,
arrastrándose por la acera,
ahora que ya es casi de noche,
con la alcuza en la mano?[...]                                                          4
Oh sí, la conozco.                                                                            30
Esta mujer yo la conozco: ha venido en un tren,
en un tren muy largo;
ha viajado durante muchos días
y durante muchas noches:
unas veces nevaba y hacía mucho frío,                                            35
otras veces lucía el sol y sacudía el viento
arbustos juveniles
en los campos en donde incesantemente estallan extrañas flores encendidas.[...]
Pero el horrible tren ha ido parando                                                 50
en tantas estaciones diferentes,
que ella no sabe con exactitud ni cómo se llamaban,
ni los sitios,
ni las épocas.
Ella                                                                                                    55
recuerda sólo
que en todas hacía frío,
que en todas estaba oscuro,
y que al partir, al arrancar el tren
ha comprendido siempre                                                                   60
cuán bestial es el topetazo de la injusticia absoluta,
ha sentido siempre
una tristeza que era como un ciempiés monstruoso que le colgara de la mejilla,
como si con el arrancar del tren le arrancaran el alma,
como si con el arrancar del tren le arrancaran innumerables margaritas, blancas cual su alegría infantil en la fiesta del pueblo,
como si le arrancaran los días azules, el gozo de amar a Dios y esa voluntad de minutos en sucesión que llamamos vivir.[...]
Y esta mujer se ha despertado en la noche,                                         105
y estaba sola,
y ha mirado a su alrededor,
y estaba sola,
y ha comenzado a correr por los pasillos del tren,
de un vagón a otro,                                                                               110
y estaba sola,
y ha buscado al revisor, a los mozos del tren,
a algún empleado,
a algún mendigo que viajara oculto bajo un asiento,
y estaba sola,                                                                                         115
y ha gritado en la oscuridad,
y estaba sola,
y ha preguntado en la oscuridad,
y estaba sola,
y ha preguntado                                                                                     120
quién conducía,
quién movía aquel horrible tren.
Y no le ha contestado nadie,
porque estaba sola,
porque estaba sola.[...]                                                                           125
Ah, por eso esa mujer avanza (en la mano, como el atributo de una semidiosa, su alcuza),
abriendo con amor el aire, abriéndolo con delicadeza exquisita,
como si caminara surcando un trigal en granazón,
sí, como si fuera surcando un mar de cruces, o un bosque de cruces, o una nebulosa de cruces,
de cercanas cruces,
de cruces lejanas.
Ella,
en este crepúsculo que cada vez se ensombrece más,
se inclina,                                                                                              150
va curvada como un signo de interrogación,
con la espina dorsal arqueada
sobre el suelo.
 ¿Es que se asoma por el marco de su propio cuerpo de madera,
como si se asomara por la ventanilla                                                    155
de un tren,
al ver alejarse la estación anónima
en que se debía haber quedado?
 ¿Es que le pesan, es que le cuelgan del cerebro
sus recuerdos de tierra en putrefacción,                                                160
y se le tensan tirantes cables invisibles
desde sus tumbas diseminadas?
 ¿O es que como esos almendros
que en el verano estuvieron cargados de demasiada fruta,
conserva aún en el invierno el tierno vicio,                                           165
guarda aún el dulce álabe
de la cargazón y de la compañía,
en sus tristes ramas desnudas, donde ya ni se posan los pájaros?

*****************************

JORGE GUILLÉN  
                  1
CIMA DE LA DELICIA


¡Cima de la delicia!
Todo en el aire es pájaro.
Se cierne lo inmediato
resuelto en lejanía.
¡Hueste de esbeltas fuerzas!       5
¡Qué alacridad de mozo
en el espacio airoso,
henchido de presencia!
El mundo tiene cándida
profundidad de espejo.             10
Las más claras distancias
sueñan lo verdadero.
¡Dulzura de los años
irreparables! ¡Bodas
tardías con la historia               15
que desamé a diario!
Más, todavía más.
Hacia el sol, en volandas
la plenitud se escapa.
¡Ya sólo sé cantar!                   20
        (Cántico)



*************************
                 2
LAS DOCE EN EL RELOJ


Dije: ¡Todo ya pleno!
Un álamo vibró.
Las hojas plateadas
sonaron con amor.
Los verdes eran grises,                  5
el amor era sol.
Entonces, mediodía,
un pájaro sumió
su cantar en el viento
con tal adoración                           10
que se sintió cantada
bajo el viento la flor
crecida entre las mieses,
más altas. Era yo,
centro en aquel instante,               15
de tanto alrededor,
quien lo veía todo
completo para un dios.
Dije: Todo, completo.
¡Las doce en el reloj!                    20
         (Cántico)



******************************
              3
     PERFECCIÓN

Queda curvo el firmamento,
compacto azul, sobre el día.
Es el redondeamiento
del esplendor: mediodía.
Todo es cúpula. Reposa,
central sin querer, la rosa,
a un sol en cenit sujeta.
Y tanto se da el presente
que el pie caminante siente
la integridad del planeta.
(Cántico)



**********************************
              4
DEL TRANSCURSO


Miro hacia atrás, hacia los años, lejos,
y se me ahonda tanta perspectiva
que del confín apenas sigue viva
la vaga imagen sobre mis espejos.

Aun vuelan, sin embargo, los vencejos    5
en torno de unas torres, y allá arriba
persiste mi niñez contemplativa.
Ya son buen vino mis viñedos viejos.

Fortuna adversa o próspera no auguro.
Por ahora me ahínco en mi presente,      10
y aunque sé lo que sé, mi afán no taso.

Ante los ojos, mientras, el futuro
se me adelgaza delicadamente,
más difícil, más frágil, más escaso.
(Clamor)



********************************
            5
LOS INTRANQUILOS

Somos los hombres intranquilos;
en sociedad.
Ganamos, gozamos, volamos.
¡Qué malestar!

El mañana asoma entre nubes        5
de un cielo turbio
con alas de arcángeles-átomos
como un anuncio.

Estamos siempre a la merced
de una cruzada.                             10
Por nuestras venas corre sed
de catarata.

Así vivimos sin saber
si el aire es nuestro.
Quizá muramos en la calle,        15
quizá en el lecho.

Somos entre tanto felices.
Seven o’clock.
Todo es bar y delicia oscura.
¡Televisión!                                 20
(Maremagnum)

**********************************
            6
ARS VIVENDI


Pasa el tiempo y suspiro porque paso,
aunque yo quede en mí, que sabe y cuenta,
y no con el reloj, su marcha lenta
nunca es la mía bajo el cielo raso.

Calculo, sé, suspiro, no soy caso            5
de excepción y a esta altura, los setenta,
mi afán del día no se desalienta,
a pesar de ser frágil lo que amaso.

Ay, Dios mío, me sé mortal de veras.
Pero mortalidad no es el instante        10
que al fin me privará de mi corriente.

Estas horas no son las postrimeras,
y mientras haya vida por delante,
serás mis sucesiones de viviente.
(Clamor)

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